martes, 15 de diciembre de 2015

Alma de muñeca rota



©Mr.Toledano
Imagen de Mr. Toledano.

Hay quien tiene la cabeza llena de pájaros. Yo la tengo llena de muñecas de porcelana, de esas que nos clavan sin piedad sus ojos de cristal. La culpa la tuvo mi tía Elvira, que tenía una colección de estas niñas, sentaditas en fila en lo alto del armario de su alcoba, con sus vestidos de encaje rancio en el cuello y sus labios pintados. Recuerdo aquellas noches en su cama, por la ventana penetraba suficiente luz de las farolas como para iluminar sus ojos, los cuales me atravesaban como púas de erizos. Me daban tanto miedo que hubiera deseado cerrar los ojos, pues aunque sabía que estaban muertas, percibía su sed de vida; por eso soportaba el horror de verlas, de lo contrario habría quedado a su merced, sin posibilidad de impedir que me absorbieran el alma y me suplantaran para convertirse en niñas de buenos modales, siempre con los vestidos limpios y las palabras por favor y gracias al principio y final de cada frase, sus tirabuzones desenredados sin una lágrima, y ni una moradura en las rodillas; no, no permitiría que mi cuerpo fuera poseído por sus sonrisas falsas.

Lo que nadie podía explicarse por la mañana es que siempre hubiera una muñeca a los pies del armario, con el rostro de porcelana destrozado y un brazo o una pierna rotos. “La niña no llega hasta ahí arriba, ni siquiera subida a una silla o en pie desde la cama…” me disculpaba mamá ante la tía, que se subía por las paredes ante la pérdida. Ellas no hubieran entendido que las muñecas se suicidaban ante mis ojos por el solo placer de hacerme contemplar la muerte, sus rostros de angustia al lanzarse al vacío, el vuelo de sus faldas mostrando los pololos con puntillas, el estrépito que las dejaba lisiadas para siempre, sus ojos rodando debajo de la cama. Al final me acostumbré a las muñecas suicidas, me acostumbré tanto que aprendí todo de ellas, y ahora me aparezco ante mi madre con los rostros de todas aquellas muñecas y la amenazo con volver a saltar al vacío y recuperar el sueño eterno que perdí en tantas noches de muñecas rotas.

* * *
Un relato para un viernes creativo de el bic naranja. La imagen para inspirarnos es de Mr. Toledano.

3 comentarios:

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Ufff escalofriante y cruel final. Me gustó mucho.

puri.menaya dijo...

Gracias Miguel, las muñecas siempre me dan escalofríos, me alegro desquiciado te haya puesto los pelos de punta...

puri.menaya dijo...
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