sábado, 3 de mayo de 2014

El ruiseñor



Imagen de Adam S. Doyle


Despertar las noches de luna nueva con los caninos afilados me conducía a la ejecución del consabido ritual, con el despliegue de toda su parafernalia: la capa larga de cuello alzado, las alas de murciélago recortadas contra el astro blanco, el aleteo feroz que me transportaría como un rayo hasta mis víctimas. Pero si mi arte había llegado a la verdadera perfección en el cumplimiento de sus objetivos, no había sido por su práctica continuada durante siglos, sino gracias a la cuidadosa preparación en la que me afanaba durante las noches previas. Me travestía en un pequeño y delicado ruiseñor, que rondaba a las más bellas mujeres hasta el amanecer. Al oírme cantar, ellas se asomaban a la ventana presas de un extraño deseo que vibraba en sus labios y les escalofriaba las entrañas. La excitación provocada en las damas iba en crescendo cada noche al compás de la luna. En el triunfo del plenilunio, sin embargo, no había canto, el silencio las oprimía de tal modo que la ansiedad secaba sus bocas ardientes, sus oídos anhelaban la voz del amado y sus ojos brillantes buscaban en la blanquinosa noche al amante soñado. Inquietas, desasosegadas, se acostaban, pero dejaban abiertos los postigos por si aquel ruiseñor regresaba a besar sus labios, sus pechos enfebrecidos. Por las ventanas abiertas de par en par penetraba mi alma joven y antigua al mismo tiempo y las tomaba en sus lechos de princesas o campesinas, en sus cuellos mis colmillos les insuflaban el amor eterno, mientras yo recolectaba la miel de su sangre fresca y absorbía la lozanía que alimentaba mi inmortalidad.

* * *

Un nuevo viernes creativo en el bic naranja, a partir de una imagen de Adam S. Doyle.


2 comentarios:

arktos-temis dijo...

Losx lobos vampiros con piel de ruiseñores, je je. Qué bueno.
Besos Puri.

puri.menaya dijo...

Gracias Miguel, la primera imagen que me vino fue la de un vampiro.
Besos