lunes, 30 de julio de 2012

Renacimiento



Abrió la ventana y encontró la vida. Encontró la vida en el viento que soplaba sus cabellos, en el olor a hierba recién cortada, en el vuelo de los pájaros, en el calor del sol sobre sus párpados. Recordó que aquel invierno había estado muerta. Ahora renacía y para celebrarlo, envió su sonrisa al mundo a lomos del viento. 

viernes, 13 de julio de 2012

Mi cuaderno

Antes viajaba solo y echaba de menos compañía.
Ahora viajo acompañado y echo de menos la soledad.
Busco un rincón donde sentir el vacío, donde encontrarme yo mismo. Ese rincón del que somos dueños y señores sin rendir cuentas a nadie.
Aunque también me encuentro en los otros, vagando en sus espacios, mezclado con sus cuerpos, dejando huella en sus corazones, mis palabras flotando en conversaciones que se lleva el viento y que las redes de la memoria tratan de retener.
Tengo un cuaderno en el que recojo las etapas del viaje, los paisajes, las personas, las anécdotas, los días con sus noches, el sol o la lluvia...
En ese cuaderno siempre me encuentro. Estoy en él y él siempre está conmigo.
Ese es el rincón del que te estaba hablando.

viernes, 6 de julio de 2012

Preparativos de un viaje


Es un rollo hacer maletas. Hacer una maleta tiene la ilusión del viaje que vas a realizar. Hacer tres maletas se lleva la ilusión al carajo. Que si las camisetas que si los pantalones, que si los calcetines que si las bragas o los calzoncillos que si el neceser con todos los afeites para el cuerpo y la cara... Siempre te dejas algo, aunque hagas una lista y trates de seguirla al pie de la letra. Algo indispensable, además. Y sin embargo llevas un montón de cosas que luego no utilizas. Procuras organizarlo todo. Y luego no te acuerdas de en qué bolsillo o bolso has puesto aquello.
Buscaba yo bolsas para empacar los zapatos. Siempre que buscas bolsas pequeñas encuentras bolsas grandes, y viceversa. Primero encontré solo pequeñas. Al fin, encontré una bolsa llena de más bolsas de plástico en el fondo del armario y exclamé: “En esta casa no hay más que bolsas y más bolsas”. Mi hijo sentenció con su típica voz tenebrosa y silabeante: “Síndrome de bólgenes…”.