sábado, 7 de agosto de 2010

El lenguaje de las mariposas


Dedicado a Elvira Lindo, después de leer un artículo sobre ella en el periódico El país.

Dice que se siente como quien acaba de cazar una mariposa cuando logra modelar un juego de palabras inspirado. (Elvira Lindo).
* * * El lenguaje de las mariposas * * *

Participé en un curso de relato en la Universidad Internacional de verano Menéndez Pelayo. Como colofón, los asistentes debíamos cazar en un cuento unos lepidópteros de colores. En aquella universidad de la costa, me hubiera inspirado más tener al mar como protagonista, pero el mar no parecía un paisaje muy adecuado para las mariposas, salvo en un relato de pura fantasía, y siempre me han gustado las historias realistas. Estrujando mi cerebro, lo primero que me vino a la cabeza fue el relato de Manuel Rivas La lengua de las mariposas, pero Rivas se refería al órgano en espiral que los lepidópteros despliegan y repliegan y que utilizan para libar el néctar de las flores, mientras que a mí eso de la lengua me sugería hablar sobre el lenguaje de las mariposas… ¿Cómo se comunicarían las mariposas? Las imaginé coqueteando con su pareja con amplios aleteos, párpados de largas pestañas que se abrían y cerraban como un guiño pícaro y sensual, dueñas de un lenguaje donde el contacto visual, los colores y los vuelos erráticos, mariposeantes, sustituían a las palabras. Pero renunciar a la palabra en un cuento era una dificultad añadida a mi trabajo; sin palabras, ¿quién podía contar un cuento, describir un paisaje, emocionar al lector? Hubiera podido grabar un video clip o crear un corto de animación, pero escribir un cuento de mariposas sin palabras resultaba un escollo inusitadamente difícil. Para salvar ese escollo, quise trasladarme al valle de las mariposas de mi infancia, aquella pradera de flores donde una mañana de verano las mariposas me rodearon como pétalos de flores cayendo sobre mí y, ciertamente, allí no necesitaba las palabras: sentir a las mariposas revoloteando a mi alrededor mientras yo corría entre ellas y la alta hierba, llenaba mi cabeza de conceptos sin sonido ni grafía, pero llenos de significado. Paz, alegría, plenitud, los pulmones llenos de aire, las espiritrompas libando, los aleteos ligeros, el planear agitado y nervioso, correr con el corazón en la boca… Un mundo increíble en la tierra se desplegaba ante mis ojos, hablándome en un lenguaje delicado y hermoso, música muda y llena de armonía en un revoltijo de insectos volando por todos los lados. Mi pluma (siempre escribo con estilográfica) había por fin arrancado con esa visión y escribía sin levantarse del papel palabras invisibles. La profesora (una escritora famosa y consagrada) me confesó que no había dejado de contemplarme en toda la hora, embelesada con mi arrebatada inspiración, por eso se sorprendió tanto cuando le entregué aquel folio en blanco en el que sólo se leía el título del cuento (El lenguaje de las mariposas), frunció el ceño extrañada, pero al mirarme a los ojos con expresión interrogante, encontró el vuelo de cientos de mariposas y planeó con ellas desde el principio hasta el final del folio, descubriendo aquella historia de parejas enamoradas y de campos llenos de flores….

Sólo entonces estuve completamente segura de que mi profesora era una escritora famosa y consagrada. Sólo un lector con esas características era capaz de leer un folio en blanco.

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