lunes, 14 de septiembre de 2009

Atardecer en Isla Canela, Huelva

Lo mejor del día llegó al final de la tarde, después del calor, los cabreos para salir de Sevilla con el coche alquilado de Avis, que nos costó salir una hora, y eso que solo nos equivocamos una vez, pero aquí en cuanto te metes en una de estas avenidas largas no encuentras donde cambiar de sentido si te has equivocado… Y todo ello a la maravillosa temperatura de 40º, (pues aunque lleve aire acondicionado el coche te da igual cuando te va dando el sol todo el rato) y con un tráfico horroroso; para llegar a Punta Umbría a comer también nos confundimos y hubo que dar media vuelta.
Bueno pues todo tiene su recompensa, cuando llegamos a Isla Canela y nos dimos un bañito en aquella playa que con la marea baja entrabas y entrabas en el mar y nunca cubría, llegamos hasta la lejana boya blanca y seguía sin cubrir, apenas nos llegaba el agua por debajo del ombligo, - maldita sea, ¿donde está el mar de verdad? -. Pero el agua estaba fresquita mas no helada, daba gusto después del calor que habíamos pasado, una gozada, pero esto no fue lo mejor, no.
Lo mejor vino cuando dimos un paseo por la playa, era ya la hora mágica del atardecer y aquella tarde era mágica de verdad, hacia poniente el sol se había escondido tras el montecillo y el cielo estaba anaranjado, mientras que al lado opuesto una hermosa y gordísima luna llena, que lucía un rostro rosa pálido, presidía una laguna de color rosado un poco más subido, y el cielo aparecía entre gris y azul claro. Parecía que estuviéramos en otro mundo, un mundo donde los colores se hubieran vuelto locos, a nuestra derecha la luna delicada con una laguna rosa a sus pies, lisa como un espejo y a nuestrao izquierda el naranja intenso, que se iba volviendo cada vez más fuerte, tanto que las líneas de mar entre las penínsulas de arena oscura parecían coladas de lava ardiendo bajo el polvorín anaranjado de un volcán. Conforme el poniente cobraba fuerza y calidez, la luna se volvía más y más blanca, por fin entregó su reflejo en el mar y rieló con delicadeza sobre el rosa y el gris. La laguna rosa, el rielar blanco, el reflejo caprichosamente ovalado de la luna, el rojo intenso del volcán... El momento perfecto, la luz adecuada, la foto perfecta y nosotros sin una miserable cámara de fotos, la reflex en el apartamento y las cámaras pequeñas también...
Que la memoria recuerde siempre este momento de colores irreales y opuestos, de pies mojados sobre la arena, de brisa caliente que nos azotaba el cuerpo al regreso, soplando desde el interior de la tierra, momentos de palidez, color, calor agradable, momentos increíbles…




1 comentario:

AMM dijo...

Son cosas que pasan a veces, pero siempre quedará en vuestra memoria aquel día.
Besos